Aquí estoy con mi cámara, mi objetivo, mi trípode. Me acompañan mis deseos y mis miedos; el conocimiento y la frustración; la soledad y el estruendo.
Estoy aquí, con todo lo que necesito para hacer lo que debo, lo quiero y lo que sé.
Pero quiero estar allí, en la otra orilla, bajo un sol más cálido y brillante.
Realmente deseo estar en la otra orilla.
Decido cruzar, pero el agua está fría, muy fría. Siento como el dolor escala mi cuerpo. Siento el miedo y la frustración.
Siento que debo quedarme aquí, con lo que tengo y lo qué sé; renunciando a mi deseo, incluso al conocimiento. Y me quedo. Y hago lo que sé.
Pero quiero estar en la otra orilla.
No sé qué ha pasado. Juraría que te había comentado la foto antes, pero no veo el post. Quizás no le dí a publicar y pasé a la siguiente.
Pues te decía que ya estás bien en la orilla que estás y que me había recordado a un chiste, muy malo por cierto, que decía algo así:
– Buenas, ¿ me puede decir dónde está la acera de enfrente ?
– Obviamente, es en aquella de allí enfrente.
-Ah !!! Es que como allí me han dicho que era ésta…
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Pues sí que es malo, pero agradezco que lo compartas. Un abrazo.
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….y cuando conseguimos estar en la otra orilla, qué, la misma pregunta?
La foto es muy bonita me gusta ese suave efecto seda del agua y la tonalidad dorada de la luz.
Un saludo
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Pues querremos regresar a esta o saltar a otra. Es la única forma de evolucionar, el cambio constante. Saludos.
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E cando esteas na outra ribeira, que? A eterna insatisfacción humana!!
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Es el precio que pagamos a nuestra consciencia y razón. Saludos.
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Así somos, queremos lo que no tenemos 😉
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Sí, y a veces con razón. Saludos.
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